Como un memo me planté frente
a su fachada, sentado en el gélido bordillo contemplando su ventana, la cual,
iluminada me hipnotizaba como a un insecto la luz fluorescente.
El ambiente era frio provocando
un tintineo de aquellos dos aros plateados y un silbido, entre ellos, estremecedor
que recorría las calles cual orquesta.
Era como una mariposa
revoloteando sobre una losa de 5x5cm de diámetro buscando alguna grieta para
colarme por tu balcón.
Recorrí tu largo pasillo
colorido, con un ala quebrada, hasta el final de esta maratón.
Llegué, divisé mi parada, un
cuerpo sobre la cama y una mano juguetona escondida en las enredaderas de tu
pelo.
Firme y con la palma abierta
aterrizé en este aterrizaje de emergencia.
Posada y con las turbinas
apagadas, fui calentando mis alas para un nuevo vuelo, volviendo cada noche, contra
viento y marea, para absorber el dulce néctar que segrega tu piel.
"Se dice que algo tan
insignificante como el aleteo de una mariposa, puede ocasionar un huracán en el otro extremo del mundo"
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