Mis
rodillas temblaban sin ni siquiera tener frio, mi mandíbula claqueteaba con los
dientes, simulando a una metralleta en modo automático. Mi piel erizada
tiritaba como un cuerpo desnudo a la intemperie. Y mis manos, contradictorias,
sudaban sin cesar.
El
arnés bien sujeto, amarres y mosquetones listos para volar. Mientras que tú me
abrazabas por la espalda. Defendiendo mi retaguardia y el desplome de mi cuerpo
al caer.
En
primera línea, esperando mí turno, el empujón de salida estaba por llegar. A tan
solo un pie de distancia. Saltando al vacío con confianza y de cabeza sin
prejuicios. Con la fidelidad, por las nubes, en mi equipaje de mano aéreo. Segregando
adrenalina por los poros de mi piel.
Un
cordón de seguridad competía conmigo en la bajada, separando la caída libre por
simples vistas al mar. Los nudillos se cerraban con dureza, aferrándose a la
empuñadura. Que al final acababas cediendo...
Los
rayos del sol se proyectaban en la brillante lona, reflejando un precioso arco
iris bajo mis pies. Sin
prisa y con cautela, con la cabeza por las nubes junto con el resto de mi
cuerpo...
Allí
arriba, todo se ve desde otra perspectiva, desde otro punto de vista...
Evitando una caída en picado gracias a “mi paracaídas”.
http://www.youtube.com/watch?v=LbTplcVVWIs
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