miércoles, 15 de enero de 2014

Mi paracaídas.

Mis rodillas temblaban sin ni siquiera tener frio, mi mandíbula claqueteaba con los dientes, simulando a una metralleta en modo automático. Mi piel erizada tiritaba como un cuerpo desnudo a la intemperie. Y mis manos, contradictorias, sudaban sin cesar.
El arnés bien sujeto, amarres y mosquetones listos para volar. Mientras que tú me abrazabas por la espalda. Defendiendo mi retaguardia y el desplome de mi cuerpo al caer.
En primera línea, esperando mí turno, el empujón de salida estaba por llegar. A tan solo un pie de distancia. Saltando al vacío con confianza y de cabeza sin prejuicios. Con la fidelidad, por las nubes, en mi equipaje de mano aéreo. Segregando adrenalina por los poros de mi piel.
Un cordón de seguridad competía conmigo en la bajada, separando la caída libre por simples vistas al mar. Los nudillos se cerraban con dureza, aferrándose a la empuñadura. Que al final acababas cediendo...
Los rayos del sol se proyectaban en la brillante lona, reflejando un precioso arco iris bajo mis pies. Sin prisa y con cautela, con la cabeza por las nubes junto con el resto de mi cuerpo...


Allí arriba, todo se ve desde otra perspectiva, desde otro punto de vista... Evitando una caída en picado gracias a “mi paracaídas”.

http://www.youtube.com/watch?v=LbTplcVVWIs

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