Una
vez más el tiempo entró en escena, volteando de nuevo el reloj de arena. Volviéndose
a escuchar el tintineo de la arena fina al caer. Y con síndrome de ceniza
volcánica.
Dos
compartimentos unidos por mundos paralelos, comunicándose entre sí. La cúpula
superior pasado, la inferior futuro. Sobreactuando durante un tiempo
determinado, para un posterior cambio de personalidad.
El
tiempo es como una tela de araña, débil, fina y moldeable.
Manteniéndose a flote con unos buenos cimientos, anclajes y unas buenas ataduras con lazos dobles cruzados. Yendo todo como la seda.
Arañas con complejo de
costureras, fabricantes del tiempo, tejiéndolo entre sus patas traseras. Moldeándolo a gusto del consumidor.
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