sábado, 30 de noviembre de 2013

El forense.

La piel se le volvió fría con un tono blanco azulado, los labios se le cortaron y amorataron...
Las lágrimas que cayeron se petrificaron por el camino y saltaron de su rostro con un pica hielos.
Los ojos cerrados no le dejaron ver el arma del crimen.
Causa de la muerte... corazón roto.

- “Señoría, le juro que tan solo le di un último beso”.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Jazz.

Sus curvas me recordaban a mis años como músico callejero de Jazz.
Se asemejaban perfectamente a las medidas exactas de mi querido chelo.
Su larga melena, hasta la cintura, bajando por la espina dorsal recreaban las cuerdas, duras, resistentes y con las puntas retorcidas.
Mis manos pedían a gritos tocarte, con la misma pasión que se toca un buen estribillo, con la misma energía sobre el final de una canción, con el sudor y lágrimas que segregas tras un orgasmo explosivo...
Sentado en el sillón, rodeando con mis brazos tú estructura de piel y madera. Dibujando con lunares la beta de tu madera.

Con la izquierda selecciono las notas. Con la derecha punteo el final de esta canción.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mañana fría soledad.



Ya casi nada me saca esa sonrisa tonta de oreja a oreja.
Intento ahogar las penas en el alcohol del malo, un alcohol que ni cura las heridas. Alcohol de contenedor.
Me sigo imaginando, muchas veces, sentado en un sillón relax, con una mesita de madera junto a mí y sobre tal un teléfono clásico de ruleta. Esperando una llamada. Aquella llamada de una “striper” que por las noches se hace llamar Karma.

Escribiendo historias hacia dentro, saliendo entre suspiros...