Rombos puntiagudos danzaban al compás de un ritmo folclore. Arlequines representando una obra de teatro al aire libre y a la vez que sus cascabeles rompían el silencio de la noche con sus voces rotas.
Bufón de aspecto solitario, con una personalidad camuflada bajo el maquillaje.
Kamikaze en malabares, traga-fuegos y gesticulación vulgar de payaso, para contentar a los nobles reales.
Su sonrisa brotaba como cual psicópata, mientras saltaba como si le ardieran los pies. En su mano derecha empuñaba un bastón de caramelo el que zarandeaba al mismo tiempo que bromeaba.
Caballeros y nobles. Cleros y sacerdotes. Todos reclamaban los servicios de este noble y bufón.
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