Diez
pasos en linea recta, dos a la derecha y cinco más hacia la
izquierda, eran las coordenadas de un tesoro plasmado en un mapa
pirata.
Riqueza
cubierta de algodón y seda. Medidas de oro en paño y un valor
incalculable.
Una
llave de bronce, alojada con descuido sobre una leja, de mediana
estatura. Pudiendo abrir la cerradura sin picaporte.
La
brújula marcaba al norte, el acantilado de sus pestañas para
dejarse caer al vacío de su boca. En el sur se resguardaba lo
prohibido, infinidad de buques acabaron bajo sus aguas.
El
este y el oeste, no recibían mejor trato, montañas rocosas impedían
su total visión.
Me
despojé de aquellos arrapos y me adentré en busca de algo más
valioso que el oro.
“La
vida pirata es la vida mejor”