El
mimbre brotaba de su cabeza dando forma a un sombrero de festejos.
Anclado, con las raíces, a su cerebro absorbido.
El sujeto posaba de canto mientras su imaginación era puro serrín.
Su pulso enloquecía y la temblorosa mano removía, tintineando, la tacita de té.
El sujeto posaba de canto mientras su imaginación era puro serrín.
Su pulso enloquecía y la temblorosa mano removía, tintineando, la tacita de té.