Soltó
amarres de su postura vertical, dejando que la gravedad atrajera
aquellos dos cuerpos presentes. En la caída, la cabeza y el cuerpo
partieron a distintos rumbos. Tras el impacto, su cuerpo tocó fondo
en la extensa hierba verde y su cabeza, sin embargo, decidió
sostenerse sobre las rodillas de él.
Uno
contemplaba el paisaje desde arriba, admirando cada parte de su
cuerpo. Y la otra con mirada entornada, intentaba hacerlo desde
abajo.
A
él se le abría la boca, a ella se le cerraban los ojos. Mi bostezo
iniciaba el sueño y su parpadeo lo culminaba. Plácida y muy
tranquila... Atrapada en un sueño escrito en relatos.
Con
beso de ensueño destruyó el maleficio, dejando un sabor a perdices.
El
cuento estaba repleto. Un príncipe. Un final esperado. Una bella
durmiente con un villano malvado.