Tras unas horas en el sofá, es hora de irse a la cama. Es hora de tumbarse y descansar. De pensarte, de tener el cuerpo en mi casa y mi mente acurrucado en tu cama. Es hora de buscarte en mi extensa cama de 90. Es hora de quererte más que ayer, pero menos que mañana.
Van llegando esas horas en las que necesito tus somníferas manos, las miradas cruzadas en horizontal y soñar juntos en la misma almohada.
Porque a éstas horas y a todas las horas del mundo lo que necesito es A TI.