Yo
representaba para ti un baño de espuma, con sales minerales y
fragancias aromáticas. Una tarde de infusiones, té y otros
relajantes predominaban.
Yo
era tu paz, tu calma, tu armonía.
Tú
eras mi locura, mi arrebato, mis ganas de vivir. Representabas la
cafeína que fluia por mis venas. La que brotaba de tu mirada, eso
explicaría mis noches sin dormir.
Una
leche manchada, un café con leche o un cortado con Baileys.
Decorando con dulzura el nerviosismo provocado en pequeñas dosis.
Como
Julieta te asomabas por la puerta, simulando un balcón, mirando
hasta que se me perdía de vista.
Como
Romeo, saltaba y me dejaba caer de la barandilla blanca, como si
fuera una escalera de hiedra enrevesada. Atravesando un bosque
peliagudo, de curvas pronunciadas, desprendimientos a todo trapo y
ramas caídas, sobresalientes, que intentaban golpear a cualquier pasajero.
Acompañado
por un amigo pelirrojo. A veces tímido, a veces temerario.